Para empezar diré que soy un fan de la saga Rocky, me encantan las cuatro primeras y odio la quinta, lamentable bajo cualquier punto de vista. Los guiones son simplones, pero esa épica deportiva, ese ahora sale uno más grande es insuperable, no hay películas como las de el potro italiano. Rocky IV era una mezcla de tópicos, con el amigo que muere a manos del malo malísimo y ese gran final con los rusos de pie coreando a Rocky. Grande por no andarse con toterías como la coherencia y la lógica. Cine de los 80.
La cinco fue mala, ese no era nuestro boxeador adorado, no seguía la esencia de la saga. Y la canción principal era de Elton John.
Ahora llega Rocky Balboa, y hay que reconocer que es una peli para fans. Mucha nostalgia, personajes menos que secundarios que vuelven, más nostalgia y una historia sin pies ni cabeza, como debe ser. El campeón del mundo de los pesos pesados (ese tio no es un peso pesado ni de coña, en realidad es un peso medio y se ve en pantalla) se rebota porque le ponen un programa informático en la tele que dice que Rocky le ganaría si hubieran coincidido. Pues muy bien. Pero va y Rocky tiene algo dentro y quiero boxear otra vez. Unos agentes tontos, que llevan los asuntos del campeón (peso pesado/pluma) deciden que quedaría muy bien que se enfrentaran, así en plan colegas.
Ya, no tiene mucho sentido. ¿Y qué? Para los aficionados a las cuatro primeras quedará el regreso del entrenador de Apollo, que casi no se puede mover el pobre y sobre todo la pelea, rodada con elegancia y con un planteamiento moderno (color sobre blanco y negro, al estilo Spielberg o Sin City), que lejos de desentonar con el clasicismo del resto del film, queda bastante bien. La peli no es para tirar cohetes, pero le da mil vueltas a Rocky V y es un buen final para la saga.
La cinco fue mala, ese no era nuestro boxeador adorado, no seguía la esencia de la saga. Y la canción principal era de Elton John.
Ahora llega Rocky Balboa, y hay que reconocer que es una peli para fans. Mucha nostalgia, personajes menos que secundarios que vuelven, más nostalgia y una historia sin pies ni cabeza, como debe ser. El campeón del mundo de los pesos pesados (ese tio no es un peso pesado ni de coña, en realidad es un peso medio y se ve en pantalla) se rebota porque le ponen un programa informático en la tele que dice que Rocky le ganaría si hubieran coincidido. Pues muy bien. Pero va y Rocky tiene algo dentro y quiero boxear otra vez. Unos agentes tontos, que llevan los asuntos del campeón (peso pesado/pluma) deciden que quedaría muy bien que se enfrentaran, así en plan colegas.
Ya, no tiene mucho sentido. ¿Y qué? Para los aficionados a las cuatro primeras quedará el regreso del entrenador de Apollo, que casi no se puede mover el pobre y sobre todo la pelea, rodada con elegancia y con un planteamiento moderno (color sobre blanco y negro, al estilo Spielberg o Sin City), que lejos de desentonar con el clasicismo del resto del film, queda bastante bien. La peli no es para tirar cohetes, pero le da mil vueltas a Rocky V y es un buen final para la saga.
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