
La cinco fue mala, ese no era nuestro boxeador adorado, no seguía la esencia de la saga. Y la canción principal era de Elton John.
Ahora llega Rocky Balboa, y hay que reconocer que es una peli para fans. Mucha nostalgia, personajes menos que secundarios que vuelven, más nostalgia y una historia sin pies ni cabeza, como debe ser. El campeón del mundo de los pesos pesados (ese tio no es un peso pesado ni de coña, en realidad es un peso medio y se ve en pantalla) se rebota porque le ponen un programa informático en la tele que dice que Rocky le ganaría si hubieran coincidido. Pues muy bien. Pero va y Rocky tiene algo dentro y quiero boxear otra vez. Unos agentes tontos, que llevan los asuntos del campeón (peso pesado/pluma) deciden que quedaría muy bien que se enfrentaran, así en plan colegas.
Ya, no tiene mucho sentido. ¿Y qué? Para los aficionados a las cuatro primeras quedará el regreso del entrenador de Apollo, que casi no se puede mover el pobre y sobre todo la pelea, rodada con elegancia y con un planteamiento moderno (color sobre blanco y negro, al estilo Spielberg o Sin City), que lejos de desentonar con el clasicismo del resto del film, queda bastante bien. La peli no es para tirar cohetes, pero le da mil vueltas a Rocky V y es un buen final para la saga.
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