Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, o un tio con sombrero y látigo paseando por los viveros



Casi veinte años esperando Indy IV es demasiado tiempo. Debería haber llegado antes, cuando Harrison Ford estaba para correr y hacer creibles sus aventuras y aún colaba que Sean Connery pudiera ser su padre. Pero no. 18 años de espera.

La peli arranca bien, Indiana en una de esas situaciones comprometidas que le han hecho ser el aventurero por excelencia. El plano de la sombra sobre el coche, el sombrero. Bien, bien. Tras una escena de introducción correcta, llega la primera burrada. Sí, nos hemos creido que Jones sobreviviera a un montón de serpientes, que abrieran el arca delante suya y no le pasara nada, que Hitler le firmara un autógrafo. Momentos imposibles pero coherentes con el personaje, el cine es creerse cosas, dejarnos llevar por lo que sale en la pantalla.
Imposible sí, ridículo no.
Lo de la nevera antinuclear es para salirse del cine. No solo sobrevive, sino que se carga a los malos y sale sin un rasguño. Es como si Indiana se sacara del sombrero un helicóptero igual que el del inspector gadget y saliera volando por encima de una seta nuclear.
Bueno, dejemos pasar esa licencia narrativa, que la cosa acaba de empezar.

Volvemos a una imagen clásica del protagonista, una clase de universidad. Le persigue la CIA pero se encuentran con la KGB. Hay una persecución (maravillosamente rodada, una de las pocas cosas que nos da esperanza de que Spielberg no se ha olvidado de dirigir), pero los de la CIA no aparecen por ningún lado (ahhhh, que los ha despistado en el tren. Ya, ya. Grandes agentes).

Hasta ahí estamos ante una película impecable, bien realizada y hasta por un momento nos hace sentir que sí, que Indy ha vuelto por todo lo grande. Pero no. Que va.

La acción pasa a una selva, en un set que bien podría estar rodado en los viveros de Valencia, porque madre mia. Al menos esto lo hacían en Alias de forma casi paródica. Pero aquí intentan colarnos en serio las localizaciones. Todo parece tan barato que asusta. Pero bueno, Spielberg ha dicho que le quería dar aspecto de peli rodada hace 20 años. Vale. Su defensa se desmonta en 2 minutos, con Shia saltando como Tarzan (monos digitales incluidos) y con cantazos digitales de peli española.

Pero lo peor de todo es que todo esto hubiera valido si Indiana Jones fuera Indiana Jones y no un tipo al que le parece dar igual todo (la escena del interrogatorio con la calavera es para salirse del cine y reclamar el dinero, que falta de respeto) y que ha perdido todo el carisma. No tiene personalidad. Marion está desaprovechada, como espectador me esperaba un personaje más trabajado (7 días antes me había vuelto a maravillar con la Marion de "en busca del arca perdida"). Y Mutt es un personaje metido a presión, aunque hay que reconocer que Shia LaBeouf hace lo que puede y por momentos consigue estar a la altura de Tapón.

Hasta la llegada al desenlace la peli pasa por ser entretenida, es cierto que da igual que se hubiera titulado "Brendan Fraiser contra los Rusos Malos" o "Richard Chamberlain en busca de el amor senil" porque tanto en los personajes como en la trama no queda nada de Indiana Jones, pero en fin, que se podía pasar el rato.
Pero lo que realmente me ha hecho enfadar es lo de los Aliens. ¿Qué es esto, una secuela de los 20 minutos finales de A.I.? Esto no es solo culpa del psicópata Lucas, que parece que a Spielberg le ponen pinocho los extraterrestres flacuchos y cabezones.

Una palabra se repetía en mi mente. Verguenza.
Luego llegaron pena, tristeza, asco, estupidez y un par de insultos. Toda la parte final hace que "la amenaza fantasma" sea una obra maestra.

Y entonces se me apareció, cual Obiwan Kenobi, Frank Darabont sentado en la butaca de al lado. Se estaba partiendo de la risa. Al menos alguien ha disfrutado del (patético) espectáculo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Tiene su merito. George y Steven lo crearon y ellos lo han matado.
Rafael P. ha dicho que…
Con la chorrada del alien final hasta se perdona la de la nevera inicial. Y es que encima está mal hecha. Si hubieran puesto a un tío con un traje a lo Expediente X hubiera resultado otra cosa, no esa mierda digital.