La isla, de Michael Bay

Apagan las luces y cinco minutos después no hay ninguna duda. "La isla" es una película puramente Bay. La forma de presentar el argumento, la progresión del ritmo desde pausado al presentar a los personajes a el plano-plano-plano de las persecuciones. Hasta está el momento "protagonista-decide-ser-heroe". Mucho se puede hablar del argumento, que si es una copia de esto, si ha robado esta idea de aquí o si el final me recuerda mucho a aquella escena. Pero dudo que el amigo Bay tenga intención de copiar a nadie. Su cine es visual, todo plano (por centésimas de segundo que dure) forma parte de una coreografía demente, todo el caos está pensado al milímetro. Y para los aficionados al género eso se nota. Hay cámara lenta, pero en su justa medida. Bay está a años luz del puñado de imitadores que intentan copiar su estilo. Si hasta esos planos que salen en todas sus pelis (el heroe levantándose lentamente, con un travelling dando vueltas a su alrededor) tienen encanto. Pero si hasta se plagia a si mismo (la escena del camión lanzando hierros es igual igual que la de "dos polis rebeldes" y sobre todo "dos polis rebeldes II"), como retando al espectador, pensando "sí, ya lo he hecho, pero ahora lo voy a hacer un poco más grande". Claro que hay gente que lo odiará, pero salvo Pearl Harbor (de la que hay que ver la director's cut en dvd, una lección de como hacer cine que deberían visionar sin falta McQ y compañía), todas sus películas son, cuanto menos, entretenidas. Y muchas veces de eso va el cine. Los actores bien, McGregor sigue sin convencerme, en muchos planos me sigue dando la impresión (como en los cutrepisodios I y II de StarWars) de que se pasa media película partiéndose de risa. Scarlett Johansson preciosa. Cuando va de blanco, despeinada, en el barco, llena de grasa...da igual. Impresionante. Destacar lo poco que luce el personaje de Sean Bean, una malo de los más soso. Y Djimon Hounsou y Steve Buscemi haciendo el papel de siempre tan bien como siempre. "La isla" mola. Más de dos horas de entretenimiento sin complicaciones, de presecuciones imposibles. Y de ese plano final, después de todo el vértigo, ese barco que pasa sutilmente por delante de la pantalla.